La alimentación de nuestros caninos es fundamental porque de ello depende el nivel y la calidad de vida que vayan a tener. Los perros comen básicamente piensos previamente preparados que contienen los elementos necesarios para favorecer su crecimiento y desarrollo. Pero, ¿son todos los piensos iguales? ¿Tienen todos la misma calidad? ¿Cómo se pueden distinguir?
Por lo general, los piensos pueden ser de calidad baja, media y alta, dependiendo de la cantidad de nutrientes y enzimas que contengan, necesarios para el perro. Los piensos de baja calidad suelen distinguirse a simple vista, además de ser mucho más baratos. Debido a los problemas económicos, las personas cada vez más a menudo, compran piensos de baja calidad. El problema de que los perros ingieran pienso “malo” es, que disminuyen mucho su calidad de vida y eso se nota. Algunos signos son el mal olor del perro, la pérdida de calidad de la piel (caída de pelo, grasienta, no brillante, etc.) y el color, textura y olor de las deposiciones.
Otro problema añadido es, que los caninos intentan buscar esos nutrientes, en la basura o en otros alimentos, lo que origina, consecuentemente, una alimentación totalmente desequilibrada con una mayor predisposición a padecer enfermedades en el futuro, lo que hará que se acorte la vida del canino.
También existen piensos especiales que incorporan aditivos y correctores de la alimentación, para perros con algún problema de salud de tipo renal, intestinal, cardíaco o dermatológico, entre otros. Este tipo de piensos se debe consumir sólo de manera temporal y consultando previamente al veterinario. Sirven para corregir posibles problemas de salud del perro, incorporando nutrientes y enzimas específicos para ello.
Por tanto, los piensos deben de ser una calidad media-buena, además de acostumbrar al perro a una alimentación variada y equilibrada junto con la práctica de deporte.
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