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El aparato digestivo de los perros

El aparato digestivo de los perros

El aparato digestivo de los perros es uno de los más desarrollados en comparación con otros animales, y al contrario que los gatos. Esto es debido a su origen carnívoro y omnívoro, lo que origina que su aparato digestivo esté más avanzado. ¿Cómo funciona? ¿Se parece al de los seres humanos? Y, ¿en qué se diferencia?

El sistema digestivo canino tiene muchas similitudes con el se los seres humanos, ya que ambos somos mamíferos.


Primero de todo, al comer, los alimentos entran en la boca, donde los 42 dientes junto con la saliva, tratarán de triturarlo. A diferencia de los humanos, los perros sólo pueden masticar de arriba abajo, y no de derecha a izquierda. Poseen un esmalte dental mucho más fino que el de los seres humanos, menor cantidad de papilas gustativas y un ph en la saliva más alcalino.


Después, la comida previamente triturada se desliza por el esófago, el conducto que conecta la boca y el estómago. La comida se desliza por el esófago a través de sus músculos, los cuáles al contraerse la empujan hacia abajo.


Antes de entrar en el estómago, la comida pasa por el esfínter cardíaco, una válvula que ayuda a acabar de triturar la comida. En el interior, el estómago segrega ácidos y enzimas para comenzar a descomponer los alimentos. Una enzima muy característica es el ácido clorhídrico, que actúa de forma muy agresiva. Después, saldrá de él a través del esfínter pilórico para entrar en el duodeno (perteneciente ya al intestino delgado).


El intestino delgado tiene una longitud aproximada de 2,5 veces la longitud del perro. Los alimentos previamente descompuestos pasan más tarde por el yeyuno, el que se encarga de absorber los nutrientes esenciales (a través de las vellosidades) y, finalmente por el íleon, que conecta con el intestino grueso.


Luego, cuando los restos se encuentran en el intestino grueso, éste trata de absorber el agua y almacenar la materia fecal. Estos restos continúan al colon (la última parte del intestino grueso), que conecta con el ano, para ya eliminar los desechos de la comida inicial.


En total, el proceso completo en los animales caninos suele durar como máximo 30 horas, mientras que en los seres humanos, ese es el tiempo mínimo y se puede alargar hasta las 100 horas.  

 

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